- Tiene 38 y medio. Debe descansar. -Dijo el doctor.

- Pero… ¡Mañana es la función! No puedo faltar, yo tengo el papel protagónico, mamá.

- Lo lamento. -Frunció el ceño. - A menos que te baje la fiebre, en ese caso, podrás asistir.

- Pero… -Mi madre me interrumpió.

- Descansará, doctor, no se preocupe.

- Que te mejores, querida. -Sonrió y luego se marchó acompañado de mi madre.

 

Había estado esperando esto desde hacía meses, a que llegara aquel dia en el que pudiera demostrar lo talentosa que era. Pero todo se arruino por una llovizna que hizo que me enfermara y no pueda ni siquiera dormir bien.

- Debes tomar esta receta que me dejó el doctor, te sentirás mejor mañana y podras ir ¿De acuerdo?

- Mamá, hoy es el ensayo general, no puedo faltar.

- Pero lo harás, si no luego estarás peor.

- Bien. - Suspiré.

 

Ya era de noche, me encontraba en el suelo, poniendomé mis zapatillas para luego poder bajar a comer. Me sentía mejor, al menos no me dolía tanto la cabeza como antes pero sigo teniendo fiebre. Me paré y caminé hacia la puerta, tomé el pomo y giré de él, hasta que escuché un golpe. Provenía de la ventana. Me acerqué a ella, caminando lento. Y abrí las cortinas. Nada. Extrañada, abrí la puerta y bajé las escaleras tropezandome un poco.

 

Al otro día me levanté por el sonido de mi despertador. Hoy es la función. Lo malo, es que todavía me sentía mal y no lo quería admitir. Quería hacer mi solo en el escenario, mostrar lo que podía hacer.

 

- Mamá, ya me siento mejor ¿Puedo ir? - Dije mientras ponía mi mejor cara de perrito, es mi arma letal.

- Primero te tomaré la fiebre. - Camino hacia el armario y sacó el pequeño termómetro. - Levanta el brazo. - La obedecí.

Minutos después mi madre se fijó cual era mi temperatura. Seguía igual.

 

Me senté en el asiento que me habían asignado, indignada. Había demasiada gente, esperando por verme, a mi. No a la persona que me va a sustituir. Esperen, ¿Quien iba a ser mi sustituto? ¿Jessica? Ja, por favor. Ella parece un pollo bailando en el escenario. Entonces, ¿Quien?

Sin darme cuenta, el telón se abrió, dejando ver la escenografía costosa. Las melodías de los violines empezaron a sonar, por todo el teatro. Era la canción de mi solo. Mi arrime hacia adelante esperando ver salir a mi sustituto. Cuando la vi.

Una chica de ojos verdes, morocha, bailaba en el centro del escenario. Y lo que daba miedo, es que era realmente igual a mi.

 

- Mamá, ¿Conocés a esa chica? - Dije sin mirarla.

- Mmmm, no, nunca la he visto.- ¿En el folleto que dice? - Antes de entrar al teatro, nos dieron el programa en donde te decian las actuación de la noche.

- Lurdes Hets.

 

Mire a la chica que me suplantaba, nunca la había visto en mi vida.

 

Luego de la función, me dirigí hacia mi profesora, Jamir.

 

- ¿Quien es ella? - Levante una ceja, mientras ponía los brazos en jarra.

- ¿Quien? - Puse los ojos en blanco, mirandola enojada. - Ah, Lurdes. La tuve que llamar a último momento.

- Pero ¿Como se sabe mi solo? ¿Quienes son sus padres? Nunca la he visto aquí.

- Ella siempre esta aqui. Y sus padres, no tiene.

 

Me giré sobre mis talones y me dirigí hacia la tal Lourdes. Incluso de cerca se veía más parecida a mi.

 

- Eh, amiga, ¿Quien sos vos? - Dije, usando mi lado “malo” por así decirlo.

- Wow, sos parecida a… - Susurro Lurdes. La interrumpí.

- A mi, lo se. Mira, dime, ¿Quienes son tus padres?

- Ella… - Susurró, mirando detrás de mi. Me di vuelta dándole la espalda y vi a… Mi madre. -Mamá. - gritó.

- ¿Que? Ella es mi mamá. - Dije.

- No, es la mía. Volvió para verme actuar. - Y de repente se largó a llorar.

 

Un segundo. Si mi mamá es su mamá. ¿Eh?

Una hora después, me encontraba en casa sentada en el sillón de nuestro living, frente a mi madre y a mi lado se encontraba Lurdes.

 

- Madre, ya dinos. - Dije mirando la chimenea, quería mirar cualquier cosa que mirarla a ella.

- Miren, yo, no soy quien ustedes piensan que soy en realidad.

- No me digas. -Soltó Lurdes, sorprendiéndome.

- Soy su peor pesadilla. - Y de repente,desapareció.